Los grandes descubridores, inventores, creadores, genios y artistas han sido grandes observadores y por medio de su observación han logrado convertirse en seres especiales. El dominio de la ciencia y el ser científico requiere una gran sensibilidad que nos conduzca a la observación que es parte de la meditación.
La base del más profundo aprender está en la meditación. Pero no en la meditación escolástica repitiendo mantrams, sino en la meditación libre y creadora capaz de descubrir y extraer directamente de la naturaleza, su inmensa sabiduría. El principio de la meditación es la observación.
Cuando un estudiante es totalmente obediente no necesita ser inteligente ni creativo. ¿Qué queremos del estudiante, que sea obediente o inteligente y creativo? El verdadero aprendizaje induce a la creatividad, el genio, la originalidad, actuar correcta y ordenadamente por discernimiento propio y no por represión.
Vivir sin meditar es vivir irreflexivamente, irresponsablemente, sin darnos cuenta por qué hacemos las cosas y por qué nos sucede todo, es actuar sin la inteligencia, ausente de la observación.
El drama existencial de cada “corriente de vida” tiene su origen en la falta de Meditación, que al no saber observar cómo es el curso de la vida, los “Principios Universales”, actúan en contra del favor que la naturaleza brinda y es el origen del caos.
Meditar es darse cuenta de las cosas, salir del adormecimiento y la inconsciencia; es percatarse completamente de aquello en que se medita y trascender la separatividad entre el meditador y lo meditado, llegando a la unión del sujeto y el objeto.
Todos los lugares del espacio son aptos para realizar la meditación. Se puede tener actitud meditativa ante cada sitio y asunto de la VIDA, y así, por medio de la meditación ser uno con toda la VIDA y trascender la separatividad con todo lo que nos rodea.
Kashmir. India
(Extracto del libro "Vacío")
Por Rubén Cedeño